La auto fotografía
Desde que apareció la selfie la auto-fotografía se convirtió en una actividad frenética. Muchos la adoptaron sin ningún cuestionamiento.
Tomarse fotos a cada instante y compartirlas inmediatamente por las redes sociales, manifiesta una cierta urgencia vital, pero ¿cuál? ¿Informar a los otros de cada paso que uno da en la vida?
Observando este fenómeno, me apareció que no es sólo a los otros a quienes se busca poner al tanto.
Establecer un inventario de los hechos y acciones de los días ordinarios es un intento desesperado por retener, para uno mismo, esos días que se siguen los unos a los otros y donde poco o nada sobresale que sea digno de destacar.
Cuando el aburrimiento viene de nuevo, se miran esas imágenes testigos y verlas es la confirmación de que se ha vivido de verdad.
Con la selfie aparece la posibilidad de constituir un catálogo que por su densidad le da un cierto espesor a la existencia y esto provoca una sensación de plenitud.
Pero es un ardid.
Y de esta constatación subliminal nace el frenesí que la perpetúa.