Belleza que acoge… belleza que expulsa
Conozco dos tipos de belleza, una que me acoge, una que me expulsa.
Un grupo de seres humanos con ojos afables, un borde de mar alejándose en la bruma, una perspectiva de altas montañas, un bosque ancestral… son bellezas que mi ser asocia a palabras como emocionante o maravilloso, pero en realidad estas palabras carecen de una dimensión que es interesante enfatizar.
Cuando me encuentro frente a la belleza de la naturaleza, además del deslumbramiento que puedo experimentar, tengo la impresión de ser parte de la misma palpitación, de estar en consonancia con ella.
Cuando estoy frente a la belleza creada por el ser humano… no es la misma experiencia. Esta belleza se impone de manera contundente permitiéndome solo un papel de espectador. Me quedo fuera. La atracción que puede despertar en mí es del orden de la admiración, pero rara vez aquel de la consonancia.
Estas dos bellezas pertenecen a dimensiones diferentes. Pero sólo tenemos una palabra para designarlas.