La distancia correcta
Uno de los problemas de la fotografía es el de la distancia correcta.
Entre la imagen y el espectador debe existir una distancia que permita a la obra ser considerada como tal. Cuando la imagen es demasiado próxima de la realidad, nos resulta difícil apreciarla como un objeto exterior a ésta, el cerebro superpone la realidad a la cosa observada y su atributo de objeto artístico desaparece. La realidad no es arte. Y el arte de la fotografía se basa en ella…
Entre la fotografía y su autor también se requiere una distancia.
Me di cuenta de que me es absolutamente necesario distanciarme de las imágenes capturadas antes de desarrollarlas. Ese descanso que les concedo, me permite alejarme del contexto que las generó, y guardar solo fragmentos aislados que puedo enseguida trabajar a mi manera.
Esta necesidad que siento de alejarme del momento de la toma fotográfica me intriga, porque de la fotografía digital me gustaba su cualidad de inmediatez…
¿Es la manifestación de un cierto pudor a usar imágenes que finalmente percibo como propiedad ajena, y las cuales me siento culpable de trabajar?
¿Me proporciona el paso del tiempo una especie de derecho moral a usarlas a mi antojo?
El pintor utiliza para su obra la misma realidad. Pero ésta sale digerida de su ser. Lo que no es el caso de la fotografía, que captura un buen croquis en un clic.
El tiempo que transcurre desde la toma cumple sin duda la función de rumia, esencial en la creación.