Las Palabras
Desde mi primera y temprana infancia, los libros me atrajeron. La biblioteca de mi abuelo, con libros que llegaban hasta el techo, era un lugar fascinante donde me instalaba con reverencia cada vez que llegaba a su casa. ¿Adivinaba ya la riqueza que se escondía en esas páginas? Parece poco probable, pero tuve un buen presentimiento.
Hoy en día, la escritura es para mí el más profundo, el más completo y el único arte capaz de transmitir conocimientos y luminosas alegrías…
Las palabras son las herramientas del pensamiento, su manifestación física.
Sin ellas aquel no existe.
Sin ellas es imposible formular, compartir, preservar del olvido nuestra esencia.
Las palabras tienen una riqueza semántica y una precisión geométrica cuyo poder ya no es apreciado. La habilidad que se puede desarrollar en su utilización, con el fin de aclarar las ideas, está en desuso.
Estos últimos años nos ha herido, profundamente, la devastación que han ido sufriendo ciertos monumentos de la antigüedad en manos de extremistas islámicos de todo tipo. Sin embargo, la destrucción de las palabras, que se materializa día a día en las redes sociales, no entristece a nadie… la multitud se encuentra involucrada en aquella.
Una vez más, pues ingenuos seguimos siendo, las nuevas tecnologías nos habían hecho soñar que el saber sería, por fin, accesible a todos. Los poderes invisibles pusieron, rápidamente, orden en el gallinero. Resultado: nos damos cuenta de que, como en el pasado, el pensamiento culto sigue siendo del dominio de una élite. La multitud se satisface con videos y frases hechas que circulan en bucle, en un mundo sin límites. Pocos son los que, sin ser especialistas, se expresan con sus propias palabras y desarrollan ideas para luego compartirlas.
Es innegable que vivimos en un mundo dominado por la imagen. Tal como la música, las imágenes pueden comunicar ideas universales sin preocuparse del dialecto del que mira. Por ello son ideales en un mundo globalizado. ¿Se impondrán hasta remplazar las palabras? ¿Son ellas los elementos de un lenguaje global que se construye, a expensas de las especificaciones culturales de los pueblos? Es posible. Aprendimos que las palabras no tienen relación con las cosas que nombran. Un lenguaje hecho de imágenes sería de hecho, más fácil de aprender, viendo la cosa sabríamos de lo que estamos hablando. Pero, ¿cómo haremos entonces para crear conceptos? ¿Desarrollar ideas? ¿Aprender?
Si la capacidad evolutiva del utillaje parece infinita, y bien que hoy en día todo parece ser posible, es bueno recordar que los arqueólogos continúan actualizando los restos de civilizaciones que perdieron el hilo conductor y terminaron engullidas por la arena…