La belleza, ¿sujeto obsoleto?
Soy poco sensible a la que llaman fotografía contemporánea* puesta en valor en los museos y demás lugares oficiales de exhibición. Es raro que una de esas imágenes retenga mi atención porque difícilmente percibo el sentido o la armonía.
Mi última experiencia de ese tipo fue, hace algunos años, en una exposición llamada Photoquai, del museo Quai de Branly, en París.
La conservadora, a la que había escuchado en una emisión de radio, explicó en detalle las dificultades que había encontrado en los diferentes países visitados en la búsqueda de obras para presentar. Su discurso me había decidido.
La exposición tenía lugar al exterior, en los bordes del Sena, y las fotografías estaban editadas sobre un largo lienzo plástico con el que habían formado un pasillo, para que, a través de él, pudieran circular los espectadores. Las imágenes de todos los fotógrafos estaban presentadas bajo el mismo formato.
Esta puesta en escena me había incomodado. ¿Se puede imaginar un museo exhibiendo todas sus obras bajo la forma de fotocopias plastificadas de la misma talla? Como si cada una de entre ellas no tuviera ninguna personalidad propia, ninguna cualidad particular, ni realidad concreta…
De todos modos, para que un museo organizara esta exposición a gran presupuesto, debían encontrarse obras expuestas que aportaran algo nuevo al paisaje ya conocido de la fotografía contemporánea parisina…
Comencé así mi visita… con cierta esperanza. Sin embargo, nada retuvo verdaderamente mi atención, la falta de sentido, la provocación o la violencia me parecían, como siempre, monopolizar el espacio.
Interrogando luego a amigos y conocidos, no encontré ningún entusiasmo. «Interesante», fue lo mejor que escuché. Este adjetivo se utiliza generalmente a la salida de este tipo de exposiciones de arte contemporáneo… el público, desconcertado, teme probablemente ser considerado como ignorante…
¿Por qué la belleza de los pueblos y del mundo se ha convertido en un sujeto de representación obsoleto?
¿Que nos sucede?
* La fotografía contemporánea excluye el reportaje y la fotografía humanista.