Capturar la esencia
Los seres y las cosas poseen cada uno su propia esencia, raramente perceptible.
Cuando el ser entra en resonancia con ella, la figura que la acoge toma un lugar único entre los otros, sin que por ello se pueda dar una razón palpable. Decimos que hemos sido tocados.
En el artista, más receptivo quizás a este tipo de encuentros, reside la ilusión de transmitir éste hálito a su trabajo.
La emoción renovada del hombre frente a ciertas obras de arte, vivida a través del tiempo, deja pensar que es posible capturar esta esencia, dibujarla, pintarla o fotografiarla.
Pero, la singularidad del ser impidiendo la emergencia de la misma emoción en cada uno de nosotros, la aparición de ésta significa sin duda que el artista supo legar al mundo, no una esencia fija, ni una emoción precisa, pero una cosa viva que lleva en ella una esencia perenne.
Poder crear un objeto animado, con líneas, colores o formas, es un don reservado a pocos.